Mi foco principal va a estar puesto en mejorar la secundaria". Así, Alberto Estanislao Sileoni, el nuevo ministro de Educación que jurará mañana, dejó ayer algunos puntos en claro entre sus colaboradores más íntimos. Tiene la voluntad de liderar cambios para revertir la grave crisis de escuela media argentina –de la cual deserta la mitad de los chicos que ingresan–, una de las más graves problemáticas del sistema educativo. Y, por si quedaba alguna duda, no habrá cambios en la política del Gobierno que hasta ahora encabezó el pedagogo Juan Carlos Tedesco.
Aunque habrá que esperar hasta mañana para el anuncio oficial, fue ratificado en su cargo el actual secretario de Políticas Universitarias, Alberto Dibbern. Y más de uno ayer escuchó de boca de Sileoni que quiere premiar a la actual subsecretaria de Equidad y Calidad, María Inés Vollmer, quien también dirigió el Instituto Nacional de Formación Docente. Todo indica que ella o una ministra o ministro actual de alguna provincia serían los futuros viceministros.
Al conservar casi el mismo equipo que trabajó hasta el lunes con Tedesco, el ministro busca acortar los tiempos de los lógicos reacomodamientos que generan estos cambios y seguir trabajando con su gente de confianza en estas principales líneas de acción: profundizar la educación científica, ampliar el Plan Fines por el cual el año pasado 60.000 personas lograron terminar la escuela luego de años de abandono, y trabajar muy de cerca con las provincias para aplicar la ley de educación sexual. También quiere profundizar en las paritarias la discusión, junto a los gremios, de las condiciones laborales de los trabajadores docentes.
A Tedesco y Sileoni los une, entre otros aspectos, su lealtad y amistad al senador Daniel Filmus, de quien los dos fueron viceministros; también una concepción común en las cuestiones clave acerca de los problemas de la educación y sobre cómo abordarlos. Sin embargo, varias fuentes coinciden en que el Gobierno finalmente quiso a Sileoni en el Palacio Sarmiento porque podría imprimirle una impronta más visible a la gestión de Educación. Nadie se atreve a cuestionar el prestigio que significa tener a Tedesco en la administración pública.
De Sileoni se dice que es un tipo tranquilo, meticuloso –confiesan que en su escritorio cada papel tiene su carpeta y su pila–, acostumbrado a trabajar en equipo, hincha de Ferro, un apasionado de la poesía y fanático por sus dos nietos, Celeste, de 2 años y medio, y Camilo, nacido en noviembre pasado.
El cargo viene con despedida: lo más probable es que no siga dando clases en el CBC de la UBA: una cita que mantenía hace 25 años.
Fuente:www.clarin.com
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